lunes, 17 de septiembre de 2012

Vaya par de rubias



A mí, como a tantos, Esperanza Aguirre me cae mal. Pero ha faltado poco para verme echando una lágrima furtiva ante la rueda de prensa en la que ha dimitido.Nadie le puede negar que tiene arrojo y que no hay partido que la calle ni estatuto que la achante. Tampoco, que no sabe combinar la ropa con los zapatos.



Así que a mí me da que la echaremos de menos todos, hasta los sindicatos. Unos añorarán ponerla verde; a otros se les hunde este aciago día la esperanza del relevo; sigue el polimedicado Mariano, que ni duerme, ni nos deja dormir.

Entre esta y la otra noticia del día no hay color. Que Pilar Rubio haya salido del ostracismo al que le condenó el share televisivo para dejar que se le arrime el insulso e infantil Sergio Ramos solo ha hecho saltar del mullido sillón de plató a la Igartiburu: "¡Qué preciosa pareja!".Tanto corazón-corazón ha dejado a la rubia presentadora del paso a vídeo tocada. Mariló tiene razón. Donde no hay, no se puede sacar.

Sé de uno que, casualidades de la vida, tuvo en un vuelo a Ramos de compañero de asiento. El madridista no dejaba de asomarse al Marca que sostenía el otro, como si con la mirada quisiera indicarle que él era el de la portada o que le habían puesto cinco estrellas en el resumen del partido. Con su barbilla en el hombro, el otro acabó mirándole a la cara con confianza. Pero no le pidió un autógrafo ni una foto para Facebook. Solo le espetó acercándole un pliego del diario: "Si quieres te dejo el fútbol, que a mí solo me interesa la fórmula 1". Eso sí, a Pilar Rubio me consta que le hubiera cedido hasta la ventanilla.

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